Hay dos tipos
de procesos, por un lado están los procesos muy bien definidos, donde las
entradas, salidas y actividades son precisas. Por otro
lado están aquellos procesos que si bien tienen definido un objetivo no hay
procedimiento tan definido y son producto de la observación y de la
experimentación.
Scrum se
centra más en estos últimos procesos, ya que se parte de la premisa que, para algo
que sea exitoso, es necesario observar y analizar las diferentes variables y
establecer procedimientos más adecuados, no hay verdades absolutas, ni procedimientos
perfectos, es necesario inspeccionar para luego adaptar y eso se consigue
cuando se tiene una mente abierta al cambio a la inquietud en la búsqueda de la
mejora.
Scrum
propone que los procesos están bien, pero es importante investigar y probar,
cuál es la mejor forma de hacerlo, es decir, no asumir un proceso como un
dogma, solo como una guía operativa, qué podemos cambiar para mejorar nuestros
resultados, por eso debemos experimentar, probar y tomar las decisiones que nos
lleve al éxito en la gestión de proyectos.
Es necesario
tener disciplina y motivación. Disciplina para ser constantes esto no se hace
una vez y luego se olvida, hay que perseverar, estar atento a cualquier
desviación y tomar acciones para reconducir y por último para tomarnos todo este trabajo necesitamos
estar motivados en los resultados, verdaderamente implicados, o sino se convierte
en una serie de tortuosos pasos desesperanzadores.
Como tantas
veces escuché “El movimiento se demuestra andando”.
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